Hundimiento del Crucero ARA General Belgrano y el recuerdo del soldado de Vera, conscripto Alcides Gómez.

El Senador del Departamento Vera, Dr. Osvaldo Sosa, en este dia doloroso para los argentinos quiere honrar la memoria de las 323 vidas que se llevó el hundimiento del buque argentino y en especial la del Conscripto Verense Soldado Alcides Gómez y toda su familia que estos días son doblemente dolorosos para ellos.

El 2 de mayo de 1982, durante la guerra de Malvinas, fue hundido el ARA General Belgrano con 1.093 tripulantes a bordo.

El viejo crucero, con sus 44 años a cuestas, navegaba por las frías aguas del Atlántico Sur con dirección al continente, perseguido por el submarino nuclear inglés HMS Conqueror que había detectado su presencia en el área, fuera de la zona de exclusión. El ataque se produjo a las cuatro de la tarde de aquel domingo, cuando el primer torpedo dio de lleno en el corazón del barco; luego vinieron dos más; uno de ellos le rebanó la proa.

El primer impacto abrió un inmenso boquete en el casco; el agua entraba a torrentes, inundando los compartimentos inferiores mientras que un humo negro tornaba irrespirable el ambiente. En el interior, a oscuras, se entrecruzaban gritos desesperados, ayes de dolor y órdenes perentorias de los superiores. En medio de un clima apocalíptico, todos corrían de un lado hacia otro, procurando frenar la catástrofe. Las bombas de achique funcionaban a pleno, mientras la enfermería se poblaba de heridos, casi todos con quemaduras graves.

Cuando la nave comenzó a inclinarse sobre babor, el naufragio era inminente: se impartió la orden de abandonarla y se bajaron las balsas inflables. Los que no tuvieron la suerte de abordar una de ellas y cayeron al agua se congelaban irremediablemente al cabo de unos pocos minutos; quedaban inertes, flotando con el chaleco salvavidas colocado.

Una hora después, el ARA General Belgrano desapareció definitivamente de la vista, hundiéndose para siempre en las aguas del Atlántico Sur. Solo quedaron en la superficie sesenta balsas, cual extraño cortejo de techos anaranjados surfeando las olas. Los ocupantes de los botes salvavidas tiritaban de frío y algunos lloraban desconsoladamente. Cuando finalmente corrieron los cierres del techo de las balsas, todos sabían que muchos compañeros habían muerto e ignoraban si ellos mismos no correrían la misma suerte.

Los sobrevivientes, zarandeados por la marejada y empapados hasta los huesos, pasaron la peor noche de sus vidas. Se limitaban a darse calor entre ellos y a achicar como podían el agua que inevitablemente se filtraba y se acumulaba en el piso de los botes, congelándoles los pies.

El rescate se produjo en las últimas horas del día siguiente, y los sobrevivientes abordaron los destructores Bouchard y Piedrabuena y el aviso Gurruchaga. No todos… el alevoso ataque costó la vida de 323 argentinos, la mitad de los 649 muertos durante la guerra.

El hundimiento del crucero marcó un antes y un después; echó por tierra las últimas gestiones de paz y despeñó la guerra de Malvinas hacia su trágico final. A partir de ese momento, Inglaterra puso en marcha una ofensiva arrolladora que culminó el 14 de junio de aquel año de 1982 con la rendición de Puerto Argentino.

Honor y gloria a los héroes del ARA General Belgrano